sábado, mayo 31, 2008

CUARTO TRANCO


Dicen que el colectivismo se ha acabado. Que existe un retorno al individuo. Yo siempre hablé de un individuo que no está solo. Debo seguir pensando en el individuo porque lo pienso social, no podría hacerlo de otra manera: cerrado en sí mismo es una imagen vacía.

El mundo es grande, y debo saber que me muevo en un mundo que ha sido hecho de esa manera. Es lo inmenso y así hay que afrontarlo; ahora bien, estoy convencido que se debe valorar al individuo en la comunidad. Se trata de algo que puede parecer definitivo, pero es tal vez el embrión de lo que nace. Pero hay que pensar que, de todas maneras, hay están los problemas que se deben abordar: ¿qué cambios se producirán, qué problemas de protección ética y ambiental surgirán?

La experiencia de pueblo y de lugar tienen una importancia vital para cada uno de nosotros. Pero incluso el lugar puede convertirse en una defensa rígida. No quisiera escoger entre ciudad y universo, creo que no se debe hacer esa opción. En una visión global del mundo existe la posibilidad de cometer cosas horrendas, está también la posibilidad de la anulación del hombre: esta es una de las cosas más probables, no sólo posibles. Pero hay la posibilidad, también, de enriquecer nuestras mentes y nuestra capacidad de comprender. Existe la posibilidad de todo. La globalización siempre avanza tanto como interdependencia constructiva que como interdependencia destructiva: en cada momento hay lenguas y especies humanas que desaparecen. Son pérdidas vitales, pero al mismo tiempo hay recursos que emergen. Todo punto de llegada es un punto de partida.

Si visitas el Museo de la Estatua de la Libertad en Nueva York se observa lo que ha significado la llegada de millones de personas que arribaron allí y construyeron el país. Cierto, destruyendo también hombres y cosas de los que, desde siempre, estaban en aquel lugar. Ahora bien, aquel país fue construido por seres humanos, con sus pasiones, con sus deseos, con sus desesperaciones y también con sus esperanzas. América es también eso y muchas cosas más: como la voluntad de dominio mundial y la radicalización de las desigualdades.