lunes, mayo 12, 2008

DECIMOTERCER TRANCO


Ser amigo de Israel significa querer que tenga futuro, mientras que la línea de la pura fuerza es su muerte. Los judíos han recorrido el mundo, han hecho América y han sufrido lo indecible. Tienen que seguir siendo una fuerza positiva para todos.

Israel se consideraba militarmente invencible, pero la guerra del Líbano demostró que no era verdad, y por encima de todo emergió una imagen de corrupción, algo para mí increíble. La iniciativa italiana en el Líbano ofreció la demostración de que, para vivir, hay que ir de acuerdo con los demás y no simplemente afirmar tus propias razones; esto me parece un elemento fuerte de solidaridad.

Ser judío es lo mismo que querer el Estado de Israel como civilización, no como prepotencia. Quiere decir vivir juntos.

El verano pasado, estando en Morgex, soñé que estaba en la guerra y tenía dos alternativas: matar o que me mataran. Mi lección fue que me mataran. Le conté el sueño a mi hija Anna que, a su vez, se lo explicó a un amigo israelita. Él le contestó que, en su caso, habría elegido al revés, pero que eso no podría ser comprendido fuera de Israel. Y concluyó afirmando: “Yo no soy inocente”.